Aquella noche parecía ser como cualquier otra.
Pongámonos en situación.
Había salido con mis amigos sin un plan muy definido y mientras decidíamos cuál sería el próximo movimiento nos tomábamos algo en nuestro bar de confianza.
Pero esta vez la novia de uno de mis colegas se había traído a una amiga nueva que jamás había visto.
Su personalidad, medio tímida y medio atrevida, me hipnotizó por completo desde el primer segundo.
Estaba un poco cortada y no hablaba mucho, pero cada vez que pronunciaba una frase destilaba humor y desparpajo.
No era la bomba físicamente, pero me resultaba atractiva la mirara por donde la mirara.
Durante toda esa noche no pude hacer otra cosa que observarla y pensar en ella.
“Es perfecta para mi”.
Fue un flechazo de esos que pocas veces ocurren.
No lo parece, pero esto va de ronquidos
Aún no sabía cómo pero dos meses después estaba saliendo con ella y la vida me sonreía.
Ya habíamos intimado unas cuentas veces a solas.
Besos por aquí, toqueteos por allá, pero poco más; no hacía mucho que salíamos oficialmente y queríamos tomarnoslo con calma, disfrutar del momento.
“Esta noche puede ser mi gran noche”, decía Raphael.
Y algo de razón debe tener este hombre cuando le invitan a todos los cotillones de Navidad.
Habíamos alquilado una casita rural para pasar el finde juntos y a solas en la montaña.
Visitamos el pueblecito de al lado por la tarde, y era precioso.
Además, el restaurante -ya reservado-, estaba a solo dos minutos de la casa de campo y era genial.
Tuvimos la mejor cena romántica que podía recordar.
Acabamos algo pronto y pedimos para llevar lo que quedaba, no sin trincar discretamente la botella de vino que aún estaba casi entera y enfilar para la habitación.
Espera, que ya llega el postre
Una noche de sexo loquísima.
Legendaria.
Era la primera vez que dormíamos juntos.
Me quedé super relajado y estaba en una nube, por eso no quería dormir aún, para disfrutar del momento.
Ella, sin embargo, ya descansaba plácidamente en los brazos de Morfeo.
Todo era paz y sosiego. Perfecto. Hasta que, de repente…
Un estruendo que podía ser el grito agonizante de un elefante exhalando su último aliento invadió por completo la instancia.
Mi chica ideal roncaba como si no hubiera un mañana
La luz de la luna aún me dejaba ver su cara y de su boca entreabierta salía un sonido infernal que me había espabilado y ya no me iba a dejar dormir en las próximas dos horas.
Encima le daba vueltas a cómo sería dormir con una mujer así durante los próximos años y eso hacía que espabilara aún más.
Su atractivo estaba diluyéndose por momentos.
Para escapar de una vez por todas de ese infierno y en un alarde de autocontrol sin precedentes conseguí dormir y aislarme de todo el asunto.
Y, entonces, a la mañana siguiente…
Me desperté y ella ya no estaba a mi lado.
No tenía ni idea de adonde había podido ir, me dormí muy tarde debido al shock y tardé demasiado en despertar.
¿Le habrá pasado algo? Aquello no podía ser sano de ninguna forma, igual se levantó, se encontró mal y se fue. Pero no haría eso sin decirme nada…
Finalmente, después de dar vueltas por la habitación sin ninguna señal, se abre la puerta de la casa y era ella, que al verme se sorprendió y exclamó:
“Macho, ¡roncas como si te hubieras tragao una bolsa entera de mantecaos de Alicante! ¡He tenido que salir un rato a la cafetería porque era inaguantable!
Moraleja
No dejes que los ronquidos estropeen lo que podría ser la historia de amor de tu vida.
Con los ronquidos pasa como en Alien, El Octavo Pasajero, crees que no roncas porque nadie puede oir tus bramidos durante la noche.
Pero todos estamos expuestos a ellos.
Echa un ojo a las soluciones y productos de los que hablamos en dejarderoncar.info y no dejes que te pase lo mismo que a Enronque y Snorefanía, los protagonistas de esta dramatización que acabas de leer. 🙂